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Una tradición milenaria que se reinventa: la evolución del verdeo

Como si de un ritual se tratara, el verdeo se sucede año tras año como punto final e inicio de un nuevo ciclo del olivar. Un ciclo que baila al ritmo de las estaciones: de las primeras yemas que brotan a la floración, de la floración al cuajado, del cuajado al envero y de nuevo la recolección. Durante todo el año, los agricultores despliegan todo su conocimiento y experiencia en el cuidado del olivar.

Precisamente la veteranía del tradicional verdeo ha permitido a los agricultores y al sector perfeccionar las técnicas, modernizarlas y adaptarlas a procesos más optimizados, ágiles y efectivos que la actualidad demanda. Sin embargo, en cada finca el verdeo se vive de forma  muy diferente. En explotaciones familiares casi como un encuentro anual, donde se aplican técnicas de antaño más manuales; mientras, muchas de las grandes fincas de olivos apuestan por un mayor nivel de mecanización durante el proceso.

Del macaco al buggy, cuando tradición y vanguardia se unen

La tradicional técnica de recogida de la aceituna por antonomasia es el ordeño. Esta consiste en un laborioso procedimiento de recolección a mano, donde se dejan caer las aceitunas sobre un capazo que los jornaleros llevan colgado sobre sus hombros, conocido como macaco. Destinado más a recolección para las variedades manzanilla y gordal, que deben cosecharse a mano, así como en pequeñas fincas y terrenos familiares, el ordeño no está en desuso, pues muchos vecinos de los pueblos en los que se establecen nuestra cooperativas socias recogen así las aceitunas que ellos mismos aliñan y conservan para todo el año.

Sin embargo, las técnicas de verdeo han evolucionado a lo largo de los siglos y en el sector de la aceituna de mesa el proceso es muy diferente. A día de hoy, el tradicional ordeño se sustituye por técnicas más ágiles y con mayor nivel de mecanización en las variedades que lo permiten, como nuestra hojiblanca. Aún así, existen dos técnicas principales que podemos observar en los olivares andaluces.

El vareo y peinado de la aceituna

Utilizando una ‘vara’, que normalmente vibra o está mecanizada para facilitar la caída de la aceituna, los jornaleros ‘varean’ el olivo y hacen que las aceitunas caigan sobre un malla o faldón al pie del olivo. En este punto, el buen saber hacer del agricultor es fundamental, ya que la copa del olivo debe ser agitada de una manera muy específica, que evite que el árbol o el fruto queden dañados.

Tras el vareo, los jornaleros realizan un primer barrido sobre la malla para eliminar las hojas y ramas caídas. Una vez limpio, toca hacer uso de su fuerza para llevar la malla cargada de aceitunas hasta el tractor.

El buggy con paraguas mecanizado

Un paso más en la mecanización del proceso de recolección es el uso de paraguas mecanizados. Se trata de un dispositivo que va enganchado en la parte delantera del buggy  o tractor y que, al abrirse, rodea por completo al olivo. Además de la labor de los operarios, en el centro lleva instalada una vibradora que sacude el tronco del olivo y hace que las ramas se agiten para que la aceituna caiga. El propio tractor es el encargado de volcar las aceitunas en el contenedor remolque. 

Finaliza así una jornada más del verdeo en los olivares andaluces, los jornaleros se van a casa a descansar y se preparan para un día más de campaña. Para recoger los frutos de todo un año de trabajo, dedicación y sacrificio. Desde Agrosevilla, deseamos la mejor de las campañas a nuestros agricultores y cooperativas socias.

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